¡Hola!
¿Otra entrada sólo en español? Sí. ¿Para qué? Para decir
unas cosillas.
Aprovecho la salida de la nueva colaboración entre Supreme y
The North Face para recordaros que, cuando esta llegue a las calles, ya podemos
ponernos a pagar CANTIDADES DESORBITADAS por unas chaquetas y unas mochilas NORMALES Y CORRIENTES,
QUE NO TIENE NADA DE ESPECIAL, y que SÓLO SE VENDERÁ EN 3 PAÍSES. Sí, es
rematadamente exclusivo y sí, es REMATADEMENTE RIDÍCULO.
Llevo mucho tiempo queriendo
escribir sobre cómo se nos está yendo la olla con la moda, los precios y la
exclusividad. Me parece asombroso que las camisetas (bueno, en general toda la
colección) de Givenchy no lleguen a estar colgadas en las perchas de la tienda
porque la gente la demanda como locos cuando tienen un precio que supera los
400€. ¡¡400 jodidos €!! ¿Estamos locos?
Mirad, me gusta la moda
muchísimo, me gusta como forma de expresión y complemento de mi identidad. Me
encanta embellecer el cuerpo y crear historias con las prendas. No es malo amar
lo bello. No está mal preocuparse por la imagen. Muchos hombres cultos lo han
dicho a lo largo de la Historia. Y, aunque fuese algo superficial, no estaría
mal relajarse un poco de vez en cuando.
Yo mismo he contribuido en mucho
a esta situación de locos en la que las camisetas de algodón están más cerca de
valer el sueldo de un español que el trozo de algodón que son. No quiero ser
demagogo ni cortar las alas de la creatividad y el arte pero, queridos amigos,
esto no se puede sostener. Por amor a nosotros mismos y por amor a la cordura.
No quiero tirar piedras sobre mi
tejado ni cavar mi propia tumba, pero tampoco deseo ver cómo los salarios que
tanto cuesta ganar (¡los que tengan la suerte de hacerlo!) se dilapidan en
prendas que no valen nada y que están diseñadas para hacernos soñar prometiéndonos vidas que no viviremos. Los
creadores y encargados de marketing, editores de moda y bloggers, redactores y celebrities,
creamos ese estado mental en el que necesitas de una marca para reafirmarte,
para sentirte identificado. Todo va bien cuando te sientes a gusto con una
camiseta que te has comprado por un precio razonable, pero algo falla cuando desesperas por no conseguir una que vale más de 100€ y que ha sido pensada para que jamás pongas tus “sucias”
manos sobre ella y que, aún encima, tiene una calidad tirando a mala.
Todo esto lo digo porque YO TENGO
ESAS CAMISETAS. Y lo digo bien clarito. Como también os digo que no voy a
cometer ese error más. No voy a dejar que me traten mal en una tienda de una
ultra-exclusiva marca que fue creada para patinar (¡Por el amor de Dios!) por
el mero hecho de que los clientes se agolpen en su puerta. Y no os confundáis:
esos compradores harán cola para comprar
lo que sea. Les guste o no. Y al precio que sea.
Eso es lo que no tiene sentido. Muchas
veces os he dicho que seáis felices a vuestra manera. Y este es el momento de
reivindicarlo. No os lancéis a la moda de los portafolios si no os resultan cómodos,
no llevéis gorras 5-pannel si no os gusta cómo os quedan, no os remanguéis los pantalones
si pensáis que parecéis tontos… ¡y no os gastéis tanto dinero en cosas que no valen nada! O
bueno, gastadlo si os apetece, pero no os dejéis someter.
Supreme, A Bathing Ape, Billionaire Boys Club, Human Made,
Moncler, Givenchy, Ice Cream, Undercover,
Visvim…son empresas, no identidades. Al final del camino lo que queda
son un montón de euros invertidos malgastados en bienes más perecederos de lo
que creéis y una autoestima al mismo nivel que empezó. No os digo que no
disfrutéis de este mundillo y, si tenéis el dinero, adelante, pero recordad que
ante todo estáis VOSOTROS y que, dejémonos de tonterías, nadie realmente
inteligente va a valorar tanto la ropa que os ponéis.
Sois vosotros los que creáis y destruís
las marcas. Vosotros decidís si vais a dejar que se rían de vosotros desde los
despachos del Lower East Side mientras dilapidáis vuestra pasta en unos
mega-exclusivas camisetas japonesas con un mini-logo bordado que curiosamente
están hechas en Bangladesh.
Amo la moda. Amo el arte. Amo la
exclusividad. Odio las tonterías.
YO, BRUTUS.
2 helvéticas bien puestas.
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